"No puedo más".
"Estoy cansado de esto".
"¿Por qué a mí?".
"No quiero seguir viviendo".
"Ojalá estuviese muerto, todo sería mucho más fácil".
"Nadie me quiere; no le importo a nadie".
¿Cuántas veces te has descubierto pensando estas cosas? ¿Cuántas veces has escuchado frases de ese tipo de la boca de alguien a quien querías? ¿Y cuántas veces has hecho algo por cambiarlo?
Posiblemente, en algún momento de tu vida, lo has pensado. Puede haber múltiples motivos para creer que esas afirmaciones son ciertas, y de hecho, para quien las piensa, son unas verdades inamovibles. Yo lo he pensado, y de hecho, todavía lo pienso. No a todas horas, pero sí la gran parte del tiempo. La vida no es un camino de rosas. De hecho, a mí me parece que es una mierda.
Todo depende de lo que esas afirmaciones duren en tu cabeza. No es lo mismo pensarlo una vez, porque has tenido un mal día, que tenerlas criando en tu cabeza años. Así claro que te las acabas creyendo. Y lo peor de todo, es que culpamos a los demás, cuando realmente somos nosotros mismos los que nos torturamos. Que una situación desencadenase esos pensamientos, no quiere decir que esa situación sea la culpable de que sigamos manteniéndolos. No quiero decir que pensar en positivo sea la solución, porque de hecho, no lo es, ni por asomo, pero sí tenemos que darnos cuenta de que todas las veces que pensamos esas cosas, las pensamos NOSOTROS MISMOS, no las piensa alguien por nosotros. Para mí, decir que la vida hay que disfrutarla, que hay que ser feliz, no significa nada. No creo que la clave de la vida sea la felicidad. Aunque también lo digo en un momento en el que no soy capaz de sentir absolutamente nada, ni felicidad, ni tristeza, ni apenas dolor físico. Así como tampoco creo que haya que torturarse a uno mismo de esta manera. Pero simplemente pasa. Y nadie dijo que sea fácil pasar por ello, más bien todo lo contrario. Es una de las cosas más difíciles que tendrás que enfrentar en tu vida. Más que un examen o una entrevista de trabajo que puedan “condicionar tu futuro”. Porque eso no condiciona tu futuro. Tú lo condicionas. Qué más da tener un buen trabajo, ganar mucho dinero, tener todas las cosas materiales que quieras, si al final del día te metes en cama y lo único que piensas es “me quiero morir”. No sé. La verdad es que estoy soltando lo primero que se me viene a la cabeza sin ningún orden, pero necesito vaciarlo, porque mi subconsciente necesita un descanso.
Si alguna vez has escuchado a alguien que quieres decir esas cosas, y lo que has hecho es decirle “me das miedo”… Que te jodan. Así de claro. No tienes ni idea de lo que es querer a alguien. Por desgracia, he conocido a gente que ha intentado suicidarse, y gracias a (inserte aquí a quien quiera dar gracias), siguen viviendo sus vidas. Pero desde luego no ha sido por esa gente que les ha dicho que es una trastornada por pensar eso. La depresión no es ninguna tontería. La gente con depresión no razona, y, como he comentado antes, se cree que esos pensamientos son ciertos. Y no puedes intentar razonar con las personas que piensan eso. Es que simplemente no tienes que decirles nada, sólo demostrarles que hay alguien ahí para ellos, que les quieres por encima de todo. Ni discursitos sobre la vida (que los habrán escuchado de miles de personas), ni sobre lo b0nito que es vivir, ni sobre lo que dejarían atrás si se matan. Las personas hacen daño, y no saben hasta qué punto pueden llegar a doler sus palabras. Yo todavía no controlo las mías.
Sobre si has hecho algo por cambiarlo… Vamos, sabemos que no. Lo único que hacemos es llorar. Y eso reconforta. Pero al final, no ayuda. Yo intento mantenerme entretenida, pero al final del día, me meto en cama, me acuerdo de él, y vuelve la tortura. Y así ya va un mes. No quiero morirme, pero tampoco quiero vivir la vida. Ninguna de las dos cosas me tienen sentido. Todavía. Supongo.
“The sadness will last forever”.
Nota de suicidio de Vincent van Gogh (1853-1890).
Nota de suicidio de Vincent van Gogh (1853-1890).
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